Desire Los Cabos 3.1

(Posiblemente el último capítulo de Desire)
El mar está lejos. Lo separa de nosotros una barrera de cristales esmerilados y la diferencia en las temperaturas del agua. Aquí, en el jacuzzi, el agua está caliente. Hace algún tiempo, dejé de tener en la mano un vaso con vino espumoso. El pequeño pelotón que formamos otras dos parejas, Mariana, y yo, todos igualmente desnudos cambiamos nuestras provisiones por una botella completa que al vaciarse se transformaba, otra vez, en una botella nueva por obra y gracia de Gerardo, el bar-tender de la tarde.
Comenzamos a tontear con darnos, los unos a los otros, de beber en la boca.
La espuma que se escurre por las comisuras de los labios. El alcohol que, en burbujas, repite en la garganta la sensasión del agua sobre la piel. El vino que corre hacia abajo sobre el cuello de alguien. La botella, que ahora más atrevida, se escancia sobre unos senos. Los pezones que se elevan al contacto. Las bocas que se apresuran a limpiarlos. Los pezones que se elevan pidiendo más. Las manos bajo el agua. Los besos sobre el agua. El destacamento de rostros conocidos explorando mis territorios conocidos. Mariana que desaparece, y deja su cuerpo abrazarse, abrasarse por el placer. Manos que buscan, Ojos que encuentran. Piernas que se trenzan. Dedos que abren nuevos caminos. Seis bocas, doce manos, y no se cuanta piel expuesta.
Los otros turistas miran pasmados y se mantienen al margen, sumergidos en la cálida espuma de una tina para más de cincuenta personas.
Orgasmo, jadeos, otros orgasmos, una mujer que me dice "you are going to drown" mientras el sabor de su sexo se me confunde con el del agua. Cambios en todas las variantes posibles. Un caleidoscopio sexual que va girando mientras el cielo se oscurecía cada vez más sobre nosotros. Comentarios externos: "Here they go again" Mariana es el jugete favorito de la noche y va de mano en mano, de sexo en sexo, de boca en boca.
Después de todo eso, no hay necesidad de relajarse. Ya tenemos alcohol, ya tenemos agua caliente, ya tenemos cielo estrellado. Sólo resta seguir el juego hasta el infinito.
Bocas, piel, agua, ruido, tacto, aroma, sexo, sexos, carne, ojos, ¡cuánto deseo, por dios, cuánto deseo!

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