¡Hay casorio, señoritas y señores!

Tendremos boda swinger

Como si no hubiéramos estado ya lo suficientemente casados, y como si nuestras aventuras juntos no bastaran para encumbrarnos como la más cursi de las parejas que no son cursis, decidimos que era tiempo de contraer nupcias y, finalmente celebrar el himeneo. Así que ahora, cuando digamos que estamos casados, lo estaremos con todas las de la ley. Entendido queda, que tampoco es que seamos gente de muchas leyes pero una, al menos, sí tenemos: somos harto promiscuos.



Nos atrevimos, entonces, a pedirle a los señores Pistache, que nos hicieran la caridad de dejarnos matrimoniar en su hotel, y puesto que, al menos un poco, nos han de querer, dijeron que sí y hasta prometieron lucirse con la cena. Yo no sé cómo vaya hacer tal cosa, porque la cena de ese lugar es siempre una delicia. ¿Quienes vienen? Amigos cercanos (en más de un sentido) y aquellos que tengan a bien, por coincidencia (casual o no), haber reservado en el mágico ricón de Alpuyeca para ese, tan especial finde. 
Esperamos que la boda sea muy swinger. Los señores Pistache oficiarán el ritual más o menos religioso y en la pachanga no habrá tías graves que nos malmiren por portarnos mal. Supongo que eso de besar a la novia terminará por ser más colectivo que lo usual.  Lo único que me preocupa es cómo será lidiar con la familia lejana cuando pregunte ¿Dónde están las fotos de la boda?

En fin, que este post es sólo para darle gracias mayúsculas al Pistache, por ser uno de los sitios más importantes en la vida de este blog, de nuestra vida, y por ser, además, grandes amigos.

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