De la tentación al deseo

Recorrido erótico por Cancún

     Quiso una noche de desvelo, una tarjeta de crédito y el dios de los meses sin intereses que, olvidando todo resto de responsabilidad, reserváramos un vuelo matutino y nos empacáramos para viaje redondo a Temptation. Estamos hablando del hermano recatado de la terna liberal de Original Resorts, Si algún adulto se siente ofendido por la desnudez y no está listo para presenciar a otros tener sexo, pero de todas maneras se define como de mente abierta, tal vez éste sea el sitio ideal para vacacionar. El principal atractivo de Temptation es que permite a las mujeres llevar los senos al aire y que apela a un público hambriento de fiesta y desenfreno (sexualmente controlado si se le compara con sus hermanos más audaces). Lo elegimos porque, siendo fanáticos de Desire, sentíamos una especie de compromiso moral por conocerlo antes de que lo demolieran para que, como Fénix, renazca más guapo que nunca (según dicen). También porque, hasta ahora, las tarifas son mucho más bajas y nuestro departamento de viabilidad financiera familiar (personificado por mi propio sentido de la culpa) determinó que el impacto a mi línea de crédito sería poco menos impactante de esta forma. Así que partimos con la misión de tomar sol y de cazar algún par de swingers que estuvieran tan norteados como nosotros.

Erótica para swingers



     Encontramos sol intenso pero, lamentablemente, a la pareja norteada y dispuesta no la encontramos ni en la primera noche, que la pasamos fatal -dicen que la migraña y la batucada brasileña no se llevan bien-, ni en la segunda que la pasamos de maravilla. Por lo tanto, estábamos satisfechos con la idea de pasar tiempo juntos y sólo acompañados de comida y bebida sin límites, lo cual, para el 97 por ciento de la población mundial, ya debe parecer suficiente edén. A mí, sin embargo, alguna cosquilla me provocaba pensar en lo que pudo haber sido y no estaba siendo. Pero la suerte es benigna con los libertinos inconscientes, y conseguimos por vía presentación de membresías vacacionales, un daypass para Desire Pearl y llegamos dispuestos a ser nuestros propios agentes de cambio. Decidimos responsabilizarnos de la situación y ser nosotros quienes por primera vez en la historia, consiguiéramos por cuenta propia, compañeros de juego.

        Llegar a Pearl fue como llegar a casa. No sólo el hotel es muy bello, en cuanto vimos la alberca respiramos la libertad que tanta falta nos hacía e hicimos lo único que es lógico hacer en esos casos. Nos quitamos la ropa. Fue grato encontrarnos con el equipo de Swingee y jugar con ellos a las pelotas, literalmente. Es increíble lo que hacen a un grupo de adultos encuerados un montón de pelotas de playa sueltas en la alberca. El día fue divertido, pero lo mejor ocurrió con la tarde.

      Subimos al jacuzzi. Lo recordábamos bello, pero con el agua terriblemente caliente. Nos llevamos la grata sorpresa de que ya no es así. La temperatura era excelente. No tardamos en cruzar miradas con un tipo simpático que evidentemente estaba a la caza. "Mariana, te toca. Ese hombre busca contacto visual y tú eres la indicada." Contacto visual hecho. Small talk, muy small y poco en antes de que pasara una hora, nos preguntó lo que tomábamos y nos trajo un par de tragos. Luego, hicimos la pregunta lógica. "¿Tu esposa es esa que está entre las piernas de esa otra chica?"

     "Sí, ¿quieren acompañarnos?" Así empezó una sesión de múltiples combinaciones bajo el sol que trataba de ocultarse pero, al igual que nosotros, no tenía la menor gana de irse a dormir. Éramos tres parejas, cada individuo con un favorito dentro del grupo. El hombre que nos reclutó, encandilado con Mariana, se aficionó a besarla. Su esposa, tenía una suerte de trance oral por el miembro del otro miembro del clan. La mujer de éste, brincaba entre sexo oral a una y besos a otro, siendo otro yo. Y yo  oscilaba entre corresponder a una y complacer a otra. Nada mal para el primer round del que tuvimos que recurrir al agua para recuperarnos.

      Ya era de noche y vimos a una pareja preciosa (bueno, ella) tomar posesión de una de las camas. Coincidió que, antes que despedirnos de Pearl, nos pareció buena idea acomodarnos otra y tener algo de sexo salvaje, de ese que tienen las parejas casadas cuando están bien casadas. Fue el juego de miradas, ellos follaban y nosotros también. Nosotros nos volvíamos locos y ellos también. Ellos se dejaban ir entre la noche y nosotros nos sentíamos conectados a un espejo vivo que nos hacía eco al tiempo que nos dictaba el siguiente compás. Había algo de fuerza de gravedad mientras en cada posición las mutuas invitaciones se neutralizaban. Acercarse o no. Llamarlos o no. Mantener el equilibrio entre espejos imposibles.

     Nada de tocarse ni de hablarse. Pero al final, a los cuatro nos pareció sensato cenar juntos antes de que volviéramos a dormir en el Temptation

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