Nuestra Señora de la Salud

Relato erótico swinger

Experimento narrativo y crónica de unos senos al aire.

Regla número 4 de Pixar

      Dicen las redes que dice Pixar que hay una estructura básica para contar historias interesantes. Cierto, que todas las películas de Hollywood la tienen. Cierto también, que las grandes novelas no tienden a seguir fórmulas de producción en serie. De todas maneras, como yo ya abandoné mi juvenil idea de ganar alguna vez el Nobel, nada pierdo con usar el consejo, al menos, como ejercicio de escritura. Quién quita, y en una de esas, a alguien le gusta el cuento y hacen una película animada sobre lo que narro aquí. ¿Se imaginan a Mariana en estética Disney? Yo ya... ahora tendré que hacer una pausa antes de seguir escribiendo.

Once upon a time there was___

     Éste era un grupo de swingers bastante estándar, parejas cuyas edades rondaban los cuarenta años. Atractivos ellos, y dueños, la mayor parte del tiempo, de un instinto bon-vivant que les permitía enfrascarse regularmente en sesiones de sexo grupal y deportivo sin agobiarse demasiado por el mundo terrenal. Se trataba de una población flotante que variaba de reunión en reunión, no pasaban de ser diez parejas con intenciones, intereses y gustos bastante parecidos. Algunos tenían hijos. Otros, no. Todos sin embargo poseían una vida matrimonial exitosa y comprometida. Quizá por eso, se sentían bien departiendo juntos. Disfrutaban la conversación, la buena comida, el trago que estuviera disponible, y por supuesto, coger.

Every day___

     No es que se reunieran todos los días. Pero sí era frecuente encontrar a muchos de ellos, al menos una vez al mes, desnudos en un departamento buscando alternativas para conseguir los orgasmos más escandalosos. La mecánica en sus fiestas era constante, e incluso, dentro de la diversidad de encuentros sexuales que podían ocurrir en una noche, había ya rituales más o menos establecidos y parejas intercambiadas que se repetían asiduamente. 

One day___

   Quiso la suerte que una vez, estando algunos de ellos en una reunión de civiles en la que, por obvias razones, estaban privados de quitarse la ropa, tuvieran que jugar más con la fantasía que con la realidad. Entonces, se preguntaron qué sucedería si, alguna vez,  salieran al mundo de los terrenales con las parejas intercambiadas. Sería como noche normal en la que varios matrimonios van de antro, o cenar o algo así, pero cada señora, en lugar de llevar a su marido, llevaría al de otra, quien a su vez, llevaría al esposo de alguien más y así hasta que todos estuvieran mezclados. 
    A simple vista, parecerá un juego pueril, pero tiene su chiste. Cualquiera que haya estado casado durante un tiempo razonable, sabe que tener sexo con otras personas es una cosa, pero que sostener la filigrana de la vida cotidiana, es mucho más difícil. A uno, puede no gustarle abrir la puerta del coche para su esposa, mientras que otro puede tener una excéntrica política en cuanto a dar propinas. Una puede ser de las que se tardan años en el baño y otra, de las que le gusta coquetear con los meseros. Nadie lo sabe, pero se escuchaba emocionante.
     Llegaron todos, más o menos, puntuales a la cita y se hizo el sorteo de cónyuges. Simultáneo a esto se celebró otro sorteo igualmente singular. Cada una de las parejas recién formadas sacó de un sombrero un reto que debía ser realizado durante la salida. Algunos eran fáciles de hacer, como aquél que le tocó a Mariana de cambiar su ropa interior por la del Sr. Sonido, quien fungía de su marido de ocasión. Tal vez, el Sr. Sonido encontró un poco más complicado entrar en la diminuta tanga rosa de su ahora señora, pero lo resolvió portando la tanga como rosado brazalete.

Because of that _____

     A Diego le tocó por compañera de aventuras Nuestra Señora de la Salud. En aquél entonces, aún no se llamaba de tal modo. Tenía un nombre habitual, de esos que tienen las mujeres guapas y de buenas costumbres. El apelativo le llegó con el reto. Cada vez que, en el transcurso de la noche, alguien dijera "salud", ella tendría que mostrar los senos. Para él, la apuesta era más sencilla; sólo estaba obligado a hacer como que no le gustaba la idea, y en sus desmedidas protestas, llamar la atención de todo el mundo. Aún no salían del departamento, cuando Diego ya había tenido ocasión de improvisar con sus propias manos un sostén que cubriera y mostrara a la vez los hermosamente trabajados atributos de su recién adquirida mujer. 
      Así salieron alegres doce alegres peregrinos en búsqueda de aventuras, de alcohol y de entretenimiento en el más común  de los estilos vainilla. Encontraron todo eso, además de botanas a la gringa, en un billar con pretensiones en el que había suficiente espacio entre mesa y mesa como para que las conductas habituales de estos swingers sólo escandalizaran de manera moderada.

Because of that ___

     Como los nuevos matrimonios no tenían cláusula de exclusividad, la noche transcurrió entre miradas confundidas de otros parroquianos que no terminaban de entender quién era quién. De todas formas, mal no le fue a ningún curioso, que tuvo más de una ocasión de ver a alguna de las señoras del singular grupo agachándose un poco de más. Entre travesura y travesura, quien se llevaba sin duda la noche, fue Nuestra Señora de la Salud. 
        Mariana creyó que su reto le había quedado corto, así que tomó por cruzada realizar todos los de la plantilla. Le hizo sexo oral a su marido B en el auto, sin importar que iban compartiendo el aventón con otra pareja, a quien, para ser justos, tampoco le importó. Se dejó tocar a un tiempo y con lascivia por cuatro manos y tocó a su vez con igual lujuria a los dos dueños de otras manos. Fue seducida por un hielo y, obviamente, una vez también descubrió con orgullo patrio su pecho cuando alguno propusiera un brindis. 
        Pese a todos sus esfuerzos, la suerte estaba echada. Porque, por retadora que hubiera sido su jornada, nada se compara con "flashear" al respetable más de 30 veces en unas cuantas horas e ingeniárselas a  la vez, para que el grupo no fuera expulsado del recinto. 

Until finally ____

      Habiendo saciado la curiosidad propia, y posiblemente despertado la ajena. El grupo de swingers, algunas chelas arriba, regresó al cuartel general. Durante todo el viaje de regreso, Diego fue el afortunado ganador de una larga sesión de besuqueos con Nuestra Señora de la Salud. Y claro está, el buen hombre tenía toda la intención de consumar su matrimonio esa misma noche. Pero no fue así, no todas las historias terminan con fanfarrias. Candentes y ansiosos, el par contrayentes recibieron la noticia de un funesto desenlace. El señor de la señora, el original esposo, el marido que hoy traía por mujer a una atleta, ese hombre que a todos nos cae tan bien, pero que aparentemente trabaja demasiado, recibió una llamada de emergencia y rehaciendo el matrimonio legal, marcháronse en medio de la madrugada. Así que con salud o sin salud, el pobre escritor de blogs tuvo que posponer para otra entrada su tan anhelada noche de bodas.

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