Una de las funciones del arte es, también, idealizar la vida. Mostrarnos un mundo poco posible, pero probable. Invitarnos a la ensoñación. Seducirnos con la idea de una estética asequible y sin embargo lejana. El portafolio de
Yannick Corboz es esa clase de viaje. Entre la estética del cómic, lo paisajístico de la acuerela, bellezas de pin-up y ecos de Mucha y Lautrec, todo en sus trabajo deleita al ojo y pero atrae a las yema de los dedos.