Reflexiones sobre la vida swinger-
El amor y la amistad entre los libertinos
No sé si es una cuestión de mexicanidad; los lectores de otras latitudes nos lo dirán mejor. Pero creo que hay algo particularmente cálido en la forma en la que swingueamos los de por acá. Me ha llamado mucho la atención, en los últimos días, la cantidad de veces que, al despedirnos de otras parejas, decimos y escuchamos la frase: "los queremos". Cuando iniciamos nuestro viaje en el mundo SW, suponíamos que las palabras cariñosas generaban confusión y que había que evitarlas. Incluso, llegamos a cuestionarnos, como muchos otros, la pertinencia de estrechar vínculos que fueran más allá de la cama. Pocos años después, habíamos aprendido que construir amistades sólidas era inevitable. El mundo de los swingers es un mundo relativamente cerrado, y quienes entran en él descubren, todo el tiempo, personas tan afines que construir fuertes relaciones afectivas es una consecuencia natural.
Por supuesto, hay diferencias entre el amor y la amistad, pero más de un calendario con paisajes bucólicos afirma que las amistades son la familia que se elige. Así que habrá algo de verdad en esa cursi declaración. El sábado pasado estuvimos en una de las fiestas swinger más divertidas en las que hemos estado en todos nuestros años en el ambiente. El lugar era increíble y la producción, extraordinaria. Sin embargo, había algo más poderoso en la atmósfera y estaba relacionado con la buena voluntad. La gente que se había dado cita para conocer ese discreto secreto en el lago estaba activamente deseosa de que el proyecto tuviera éxito, de tal suerte que, lo que más se respiraba eran buenas intenciones.
Para nosotros, la fiesta siguió un día más en casa de una pareja de amigos. Es sorprendente, pero a ellos los conocemos desde hace menos de medio año cuando coincidimos en un crucero swinger y los hemos visto apenas tres o cuatro veces. De todas formas, la cercanía que nos une es similar a la que tenemos con los amigos vainilla a los que conocemos desde la infancia. Sus amigos, se convirtieron pronto en nuestros amigos, y ellos adoptaron a los nuestros como propios. Se forma, en torno a esos grupos, un círculo de solidaridad y complicidad muy fuerte que tiene raíces, quizá, en que todos compartimos secretos e historias similares. ¿Cómo se llamaría, entonces, a estas relaciones afectivas que van más allá de la pareja cuando se comparten gustos, redes de apoyo, sexo, diversión, intereses y otro largo etcétera? No lo sé, pero me queda claro que escapa a esa muy aceptada visión del swing que afirma que aquí solo hay sexo.
Los postulados poliamorosos parten de que cada relación es distinta y esa diversidad, lejos de excluir el amor, lo fomenta. Una persona puede amar a otra con la que comparte casa e hijos, claro. Pero también puede amar a aquél con quien comparte una adicción al cine de vaqueros. Pero también puede amar a otra con la que tiene un proyecto de negocios en común. Con todas esas personas, además, es posible tener sexo. Para los swingers hay una premisa que, creo, sigue siendo vigente: la pareja hombre-mujer como unidad nuclear. Lo interesante de la forma en la que los mexicanos practicamos el swinging es que a este núcleo principal, constantemente agregamos a otras personas hacia las cuales tenemos sentimientos muy profundos. Siempre y cuando, la unidad-pareja siga fuerte, el vínculo afectivo con los demás es percibido como un bien y nunca como una amenaza.
Frecuentemente, las parejas nuevas se nos acercan preguntando cómo sortear el problema de los grupos ya establecidos. Desde la perspectiva de ellos, obviamente, el escenario es amenazador. Todos parecen conocerse desde hace milenios y todos se miran como si no quisieran acercar a nadie más a su clan. ¿Será que ya no hay espacio para los debutantes?
Así se percibe, pero no es así. Es una realidad innegable que quienes practicamos esto de la poligamia consensuada o de las monogamias alternativas, tendemos a buscar la novedad. Si no fuera así, no habría razón para no mantenernos del lado seguro de nuestras relaciones sexuales heteronormadas. De tal suerte que si alguien nuevo se aproxima, usualmente es bien recibido. Ahí está el quid, "si alguien nuevo se aproxima". Estos clanes que tanto intimidan, normalmente se sienten cómodos y seguros con su situación. A no ser que, entre ellos, haya un cazanovatos experto, la homeostasis los mantiene sin mirar hacia afuera. ¿Cómo solucionarlo? Paso número uno: pierdan el miedo y acérquense. Paso número dos y mucho más importante: para ser un buen swinger hay que ser una buena persona. Las sociedades tienden a recibir con gusto a aquellos individuos que les hacen bien. De modo que, en la sociedad SW y en sus múltiples subgrupos, las buenas parejas (formadas, claro está, por buenas personas) siempre son bien acogidas. Conozcan a una pareja, ellos sin duda, los llevarán a otras.
Tal vez, el tema de este post se haya desviado un poco. Me parecía importante dar un poco de guía sobre aspectos prácticos. Retomemos nuestro tema. Yo sé con certeza, que en el mundo sw no cuento a mis amigos cercanos con los dedos de una mano. Seguramente tendría que usar también las manos de ellos. Pero son gente buena y siempre, siempre, me dan una mano cuando se las pido. Así es este ambiente, lleno de personas dispuestas a abrir el corazón, a ofrecer su mesa plena y a compartir sentimientos sinceros complementados con sexo y con intimidad. No es fácil definirlo, al menos no utilizando categorías tradicionales porque éstas parten de que los sentimientos humanos son unívocos; que sólo se ama o se quiere y que "amar es sufrir, querer es gozar". Unos cuantos años de vida en el mundo real, le enseñarían a cualquiera que los sentimientos son una materia muy compleja, y que todos los experimentamos de manera diferente. Así que no se puede nombrar con facilidad la manera en la que Mariana y yo, pertenecemos al lifestyle. Pero es caliente, y es cálido. Es emocionante y es emocional.
Este post es un abrazo para la Cofradía, para los Retorcidos, para los Norteños, para los 90210, para los que conocen el palacio Medici, para los Pistachos, para los Amantinos, para los padrinos, para los ahijados, para los novios, los esposos, los fans, los United, para los éticos empresarios del swing, para todas las extensiones de las bandas antes mencionadas, todas sus yuxtaposiciones y todos los que vendrán. Siempre que nos despedimos de ustedes, les decimos que los queremos.
Los queremos.
Etiquetas: opinión, swingers