
El regreso de las vacaciones está marcado por un patrón de emociones en la piel. Las entradas que seguirán a ésta, seguramente serán caóticas como, sin ningún orden, fueron nuestras actividades en el Desire Spa and Resort de Los Cabos- lo único que acierto a decir ahora, es que el viaje que Mariana y yo fuimos a hacer, no recorrió ni sitios de interés humano, ni maravillas naturales. De hecho, creo que en los seis días que estuvimos fuera, no vimos nada de lo que todo turista está obligado a ver en la Península de Baja California. Sin duda, no desperdiciamos el viaje. Nuestra ruta fue la piel, nuestros descubrimentos, sensaciones extremas que fuimos capaces de poner sobre nosotros mismos y sobre los demás. Ahí, en la punta de la tierra, donde se juntan los mares, Mariana y yo nos juntamos para descubrir nuestros propios límites. Encontramos un paisaje ávido de bocas, de deseos y de ojos que durante todo el día, estuvieron al alcance de nuestras insaciables manos.
P.D. del autor. La ilustración que acompaña a esta entrada es un detalle del decorado de la cabecera frente a la que pasamos nuestras noches de éxtasis. Así, el hotel nos daba la bienvenida y nos anunciaba que, cuando menos mientras pudiéramos pagarlo, estabamos ahí sólo al servicio del placer.
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