Los puntos débiles del swinging en México

5 aspectos que la comunidad swinger podría mejorar

Verdad número uno: El ambiente sw en este país ha crecido considerablemente en los últimos años. Verdad número dos: Hay mucho más opciones disponibles que las que se podían encontrar hace una década y esas opciones ofrecen un panorama muy variado y muy interesante. Opinión número uno: Es muy evidente que existe ya una comunidad liberal consolidada que se esfuerza de manera constante por ganar espacios, reconocimiento social y alternativas. Opinión número dos, y la que nos hizo escribir este artículo: Aún hay puntos en los que, como grupo, estamos lejos de construir ese libertino edén en el que la mayoría decimos que vivimos. Entendiendo las diferencias esenciales que caracterizan a nuestra mexicana nación, podemos también comprender que somos muy distintos a los swingers de otros países. Eso no es ni mejor ni peor, simplemente nos define. Pero podríamos beneficiarnos de un poco de espíritu autocrítico y cuestionando los pies de los que cojeamos. 

     Según nuestras observaciones empíricas y sin ningún tipo de rigor académico, creemos que nuestras "áreas de oportunidad" (el eufemismo me encanta) son las siguientes:

Kyotocat


Más cultura del sexo, menos cultura del porno

       El boom del swinging nos llegó con el de internet, y con éste venía, por default, con torrentes de pornografía que abrió nuestros ojos a un mundo lleno de hedonista sexualidad en el que todas las combinaciones eran posibles. El quid está en que quizá le aprendimos más a este mundo de ficción que a estudios más realistas sobre sexualidad humana. Vivimos obsesos con el largo del pene,  con lo turgente de los senos,  con las relaciones primordialmente penetrativas, y con maratónicas duraciones. Todo eso está bien, pero ¿quién de nosotros no ha atestiguado, por ejemplo, la autoinflingida humillación de un hombre que, por cuestiones del estrés o del azar, no consiguió en el cuarto oscuro una monumental erección? Vivimos en la era de lo espectacular, y no parece interesarnos tomar una saludable distancia que nos ayude a disfrutar más y a angustiarnos menos. 
     Quizá ponemos demasiada atención en la ejecución y casi ninguna en la persona, y aunque nos repetimos hasta la saciedad (y sin creerlo del todo) que, en nuestro estilo de vida no existen las emociones, no podemos olvidar que jugamos con  otros seres humanos. Cierto, a todos nos gusta fantasear con el mundo del porno, pero compararse con él es tan necio como subirse a una lancha y sentirse Jack Sparrow. La fantasía y el espíritu lúdico tendrían que estimular el gozo en nuestra sexualidad y no a limitarla con complejos o pudores que provienen de no sentirnos a la altura de imposibles.

Más participación femenina

       Nuestro territorio es una verdadera utopía. Pocos espacios permiten a las mujeres expresar sus deseos y fantasías sin ningún tipo de sanción social, como la cultura sw. Nuestro estilo de vida podría abanderar muchas de las causas feministas y nos sentimos, en general, muy orgullosos de ello. Hemos hablado algo al respecto aquí. Sin embargo, todavía queda mucho espacio para la discusión. La mayor parte de las parejas que conocemos, aseguran que es él quien revisa los mensajes de las páginas web, que él también hace los primeros contactos  y que él fue el que, para empezar, insistió en esto de swinguear. Los clubes se siguen orientando mucho a cumplir fantasías masculinas y, tienden a escuchar poco a sus clientes mujeres. Aún así, cuando la hacen son las propias mujeres las que, por algún designio del recato, prefieren hacer solicitudes que satisfagan más a sus hombres que a ellas. Noche de colegialas, noche de conejitas, noches deportivas... y un largo etcétera.
        La idea del "intercambio de esposas" sigue estando más arraigada de lo que nos gusta aceptar, lo mismo la sensación de que el rol del hombre es proteger a su indefensa damisela mientras que el de ella se limita al de ser protegida. Estamos hablando de una cultura muy feminista que, paradójicamente, se vive por muchos individuos con ideologías más bien reaccionarias.
      Más perspectiva, verdaderamente femenina, nos enriquecería mucho. Y para lograrlo, no sólo sería bueno que los principales actores del medio fueran más sensibles al discurso de ellas sino que ellas asumieran con más fuerza el poder que ostentan en nuestro grupo, y levantaran la mano con más vehemencia para asumir roles activos más allá del de pornstar, o el de objeto de deseo.

Menos patio de la secu

     Que el grupito de aquí ya se peleó con el de allá. Que si te juntas con los de aquella empresa, los de la otra te vetan. Que si cuando Fulano que trabajó con Mengana y luego se independizó, Mengana se dedica a calumniar Fulano. Entre las ventajas más deliciosas del swinging está la vuelta a las emociones excitantes de la adolescencia con la experiencia de la edad adulta, pero ¡no exageremos! Hay momentos en los que es verdaderamente patético ver a un montón de sofisticados y elegantes adultos, chismorreando como chavales. Mephisto nos dio, hace unas semanas, una buena lección en este rubro: trabajar juntos fortalece a la comunidad entera.
       La actitud de colegiales no se limita a los empresarios de swing. Los parroquianos pecamos también de lo mismo. Es entendible que, para muchos de nosotros, el ambiente constituye el principal espacio de socialización y, por lo tanto, traemos a éste los códigos de comportamiento que mal aprendimos en la vida civil. Pero es una necedad; ¿para qué traer al mundo feliz los vicios del exterior si aquí todos estábamos tan contentos?

Más variedad


       ¿Y si no me gusta el trago y el baile? No me malinterpreten, beber me encanta. Pero algunas veces, tenemos la sensación de que en México sólo se puede swinguear desde el reven y, siendo francos, en el mundo civil odiamos el ambiente de antro. Hay algunas excepciones, claro, El Pistache se defiende como un oasis de relajación en la selva de la francachela libertina. Sin embargo, los clubs liberales, que afortunadamente son cada vez más, siguen buscando esquemas muy parecidos: iluminación de discoteca, música de discoteca, pantallas de discoteca, menú de discoteca y... en fin, una discoteca con instalaciones más o menos adecuadas para sexo. Tendría que haber, no sólo más opciones, sino de más tipos. ¿Clubs de día con alberca y gimnasio? ¿Saunas o baños turcos? ¿Salas de Cine al estilo VIP? (Erotika Rio no cuenta). No sé pero me queda claro que la libertad del medio no solo se expresa en lo sexual, sino también en la imaginación, así que tengo esperanzas en el nacimiento de más y más variados proyectos.

Si los clubes fueran clubes

      O al menos algunos, digo, para ser congruente con mi petición anterior. ¿A qué me refiero? Hemos estado en clubes en Estados Unidos en los que es indispensable registrarse como pareja con identificaciones oficiales. Eso sirve para dar garantía a gente que, como nosotros, cree que lo que está llevando a la fiesta es una relación compleja estable y espera que sus compañeritos de juego ofrezcan lo mismo. Ya lo decía yo antes, para todo hay gustos y yo estoy hablando de algo que, tal vez sólo sea importante para nosotros y para algunos amigos con los que hemos hablado al respecto. Pero no sabemos de ningún club en el que podamos estar seguros que no estamos jugando con un par que acaban de conocerse en un bautizo y a los que les pareció cotorro ir a meterse a un cuarto oscuro. 
        En otros sectores, un club es una asociación de gente seleccionada, que comparte algún objetivo o afición y que coopera para el desarrollo o mantenimiento de su agrupación. Para los swingers mexicanos, un club es simplemente un bar que, en el mejor de los casos establece un código de comportamiento. Pienso que ahora que somos tantos, estamos es perfectas condiciones para que se gesten alternativas de este tipo. 


¿Y ustedes, queridos lectores, qué piensan? 







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