Spicy: Club swinger en San Ángel

Spicy, San Angel Club swinger México

-Fiestas y clubes SW en CDMX-

Lo primero que llama la atención de Spicy es una manta enorme sobre Avenida de la Paz,  visible para cualquiera que haga fila a la hora del desayuno dominical del Cardenal. Notable, considerando que el ambiente swinger chilango privilegia, en general, la discreción. Así que hay que reconocer la valentía de un club que, luego de haber tenido que cerrar dos locales en muy poco tiempo, declara con firmeza: ¡Aquí estoy!

     Mariana y yo dejamos el auto en el valet parking y entramos. Subimos las escaleras y, al atravesar una cortina negra, nos encontramos dentro del nuevo bar swinger de la ciudad. Es un sitio aún pequeño pero con planes de duplicar su espacio físico. Por el momento, sirve bien para albergar al número de parejas que lo visitan. El ambiente tiene mucho, como es común en estos casos, de look discotequero. Paredes rojas y negras, luces robóticas y, en el centro un pequeño escenario con tubo donde, más tarde ocurrirá el show

       Uno de los socios nos acompaña a dar el tour por las instalaciones. Cerca de la entrada, en donde no me lo hubiera esperado, hay un cuarto oscuro. Literalmente, oscuro. Es el playroom pequeño y la iluminación promete juegos misteriosos en críptica negrura. A mí, esos sitios me encantan, pero a Mariana no la hacen muy feliz y puedo distinguir que, con la mirada aún iluminada por la luz que proviene de la puerta abierta, me dice "No va a pasar".

       Después, avanzamos entre las mesas y, mientras ubicamos alguna en que las bocinas fueran un poco más amables con mis sensibleras orejas, notamos que una chica nos saluda desde el piso de arriba. O mejor dicho, desde nuestro techo. Era Paola, la mesera a la que después conoceríamos y es simpatiquísima. El punto es que puede saludarnos desde el techo o desde el piso, porque subiendo por unas escaleras transparentes se llega al segundo nivel del local, una suerte de tapanco con piso de acrílico en el que, maliciosamente, los dueños instalaron el playroom principal. Es una ocurrencia afortunada, porque desde el bar se puede ver, en antípodo ángulo, las diabluras que sobrevienen en el cenit.  

      Conversábamos con la stripper de casa, para quien esto del swinging es una cosa muy nueva, y nos contaba lo extraño que le pareció no haberse metido a una jaula de macacos lujuriosos (la palabra "tranquilo" es, quizá, la que más se repitió en su discurso), cuando nos vinieron a presentar a una pareja que había leído, en Jardín de Adultos, sobre la existencia de Spicy.  El hecho me entusiasmó por dos motivos: el primero fue que aún no escribía nada sobre este club. Simplemente habíamos estrenado la sección: Calendario Swinger, en la que registramos, entre otras cosas, la fiesta en la que nos encontrábamos. Fue grato saber que alguien la había consultado y que había sido útil para definir sus planes. La segunda razón, fue que desde que entraron, Mariana y yo les habíamos echado el ojo, pero supusimos que nuestro valor no nos iba a alcanzar para ir a hablarles. Así que fue lindo que ellos acudieran a nosotros. 

     Los invitamos a sentarse en nuestra mesa y pudimos durante un muy buen rato intercambiar opiniones y charlar sobre el ambiente. A las claras, ellos aún estaban temerosos pero más que interesados. Poco después de que se despidieron, pedimos la cuenta y también nos fuimos esperando, silenciosamente, no haber espantado a unos futuros compañeros de aventuras.


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